Hay varios temas que desencadenan las principales discusiones de pareja por los hijos. Y cuando se producen no es una situación agradable, sobre si los integrantes de esas parejas no se respetan entre sí.

Se dice que las parejas que no tienen hijos discuten mucho menos que las que son padres. Pero cuando esas “batallas campales” entre los padres ocurren delante de los hijos, pueden generarle a los niños algunos trastornos que será mejor evitar.

¿Qué causan las discusiones de pareja por los hijos?

Son muchas los temas que pueden desencadenar en discusiones de pareja, pero te los resumiremos en cinco:

El dinero

Este es uno de los temas más recurrentes en las discusiones de las parejas. Desde determinar cuánto dinero hay que gastar en la educación de los hijos, hasta la compra de indumentaria para los más pequeños. El conflicto se desata sobre todo cuando uno de los padres destina más dinero a un hijo que a otro, y esto produce el reproche del otro padre.

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Las tareas del hogar

Muchas veces uno de los integrantes de la pareja, generalmente el varón, cree que no le corresponde hacer algunas tareas del hogar, Aunque en algún tiempo haya sido así, y las tareas hogareñas estuvieran destinadas solamente a la mujer, hoy ha cambiado. Ambos deben participar en las tareas del hogar, pero muchas veces alguno de los integrantes no lo entiende así.

La educación de los niños

Es una decisión que debería tomarse antes del nacimiento de los niños. Pero como muchas veces no se conversa esto genera conflictos al momento de elegir opciones en la educación de los hijos. Lo importante sería consensuar y que ambos padres se pongan de acuerdo lo antes posible.

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Familia política

Ante los niños siempre se deben respetar las figuras que componen la familia política ya que pueden ser motivo de discusión. No se debe demostrar desaprobación de una abuela o una tía, que quizás se entrometan en asuntos que no les correspondan, porque se va a poder cambiar esa situación.

El tiempo que se da para uno mismo cada integrante

La pareja debería organizarse de manera tal que la crianza de los hijos no se convierta en un suplicio sino que sea una situación placentera. Se deben equilibrar los tiempos y permitir que el otro tenga tiempo para sus cosas, tanto el padre como la madre.