Existen muchos cuentos que agradarán a nuestros niños. La princesa y el guisante es una de las historias más clásicas al momento de leer a nuestros hijos.
La princesa y el guisante
Hace mucho tiempo habitaba un joven príncipe en tierras muy lejanas. El príncipe, estaba preocupado y triste porque no conseguía una princesa para casarse. Por eso, la reina siempre lo regañaba y le decía:
-Te he presentado a las princesas más lindas de los reinos cercanos, a las más inteligente, a las más bellas y encantadoras del mundo y nada, eres demasiado exigente.
El le respondía:
– Lo sé madre, tú te has esforzado en la búsqueda. Pero en el fondo de mi corazón estoy seguro que algún día encontraré a la princesa ideal.-
El joven príncipe viajó por un año en busca de las mejores princesas por todas partes del mundo y no sentía conexión con ninguna.
Al poco tiempo de su regreso a casa, se desató una fuerte tormenta , la más fuerte en mucho tiempo. Los truenos eran muy duros, los relámpagos iluminaban toda la casa. Casi no se podía ver nada y un viento muy fuerte y helado entraba por todo el castillo.
El príncipe subió a sus aposentos a dormir, la reina y el rey se calentaban con el fuego de la chimenea, mientras que el rey sólo pensaba:
-Me alegro de estar bien abrigado y bajo un techo. Me entristecería mucho que alguno de mis súbditos esté afuera con esta tormenta.-
La reina enseguida interrumpió:
-Nooo, solamente una persona loca saldría con esta tormenta.-
De pronto, un golpe muy fuerte se escuchó en la puerta. Corrieron para abrirla y la casa se lleno de una neblina muy espesa. Vieron a una joven temblando de frío , sus zapatos estaban llenos de barro, su vestido muy mojado y su cabello largo y dorado chorreaba agua sobre sus hombros.Ella les dijo:
-Soy una princesa, sólo que estoy perdida.-
La reina le dijo a su rey:
-Nunca he visto a una princesa sin un carruaje y sola. Pero yo tengo una forma de averiguar la verdad.-
Mientras la bella joven se calentaba, la reina y las doncellas limpiaban el aposento que le iban a facilitar. Luego, colocaron un guisante seco en el colchón y encima de este otros veinte colchones. Era asombroso ver esa pila de colchones gruesos y de todos tamaños.
-Cualquier persona normal dormiría plácidamente. Sólo una princesa, por su piel tan delicada, sentiría el molesto guisante.-
Se dijo la reina.
La princesa tuvo que utilizar una escalera para subirse. Le parecía extraño, pero como era muy discreta, prefirió no decir nada.
A la mañana siguiente le preguntaron a la bella joven cómo había pasado la noche. Para el asombro de todos los presentes, les contestó:
-Lamento decirles, pues no quiero pasar por maleducada, que he pasado muy mala noche. Algo me incomodaba en el colchón y he amanecido toda moreteada.-
La reina saltó muy alegre y dijo:
-Eres una princesa de verdad. Solamente una princesa puede sentir un guisante con veinte colchones encima.-
Entonces llamo a su hijo para que conociera a la princesa y enseguida se enamoraron. El joven príncipe encontró en esa princesa todo lo que había estado buscando. Al poco tiempo se casaron y la reina les dio de regalo de bodas veinte edredones.