A los niños les gustan los sustos al igual que esconderse y asustarnos. ¿No es eso correcto? Les gustan los juegos de miedo, pero ¿por qué a los niños les gustan los sustos? ¿El juego es bueno o malo para ellos? ¿Cuál es el valor del miedo a la sorpresa?
Analizamos las razones de estos juegos. Tal vez, si juegas a juegos terribles, estás escondiendo algo más. Sí, todavía está de moda asustar a nuestros hijos, asustarlos en el cuerpo y asustarlos y causarles estrés, y debemos trabajar para poner fin a esta adicción.
Que les gusten los sustos y el miedo es la reacción a la supervivencia, la adaptación al entorno en el que vivimos. Cuando tenemos miedo, experimentamos una serie de sentimientos incómodos y desagradables causados por el peligro que nos acecha.
Necesitamos enseñar a nuestros hijos lo que pueden o no temer, sin combinar cosas irreales o ficticias que no les permiten reconocer el miedo real y/o el miedo a todo.
¿Qué pasa con su hijo cuando le gustan los sustos?
Si nos vemos bien cuando caminamos por la calle, vemos a más de un niño jugando a esconderse detrás de una puerta y asustar a los padres mientras pasan. Se mueven un poco hacia adelante, se esconden y esperan el «Susto» para sorprenderlos.
Es un clásico, repetido en pueblos y ciudades. Donde sea y cuando sea, es una sorpresa para mamá o papá y una sonrisa instantánea. Aparentemente esto es un juego de niños en orden, como regla general eso es exactamente lo que sucede.
Pero, ¿qué sucede cuando los niños son «víctimas» de un juego, es divertido o hace que nuestros hijos tengan más miedo?
Su reacción ante miedos inesperados es la risa, aunque a veces pueden estar enojados con nosotros, pero por lo general se divierten.
¿Y si asustamos al niño?
Por otra parte, despertar el miedo, el terror o el temor en un niño no sólo es inútil, sino que también tiene algunas consecuencias físicas y psicológicas negativas:
1) Física: Al causar este miedo, aumentamos el estrés y forzamos al niño a aumentar el nivel de cortisol. Como resultado, el cerebro no se desarrolla de manera óptima y puede experimentar problemas de concentración, alta tensión, dolor abdominal, mala protección, etc. El niño puede no ser capaz de hacer frente a esto. El resultado es que el cerebro del niño no se desarrolla de manera óptima.
2) Psicológicamente: a los niños les gustan los sustos y a la vez los obligamos a integrar el miedo como algo que ocurre a menudo en sus vidas, fomentando así la sumisión, la baja autoestima, la desconfianza y la falsa autoconciencia.
No hay necesidad de asustar constantemente a nuestros hijos para que produzcan más cortisol, para que sientan estrés y miedo, sólo experimentan estos cambios físicos una vez.
Es lógico que su cerebro se desarrolle de manera diferente y no le vaya bien, con un alto nivel de cortisol, por lo general un niño tiene que estar expuesto a estas situaciones casi todos los días o todas las semanas.
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