El descanso es una necesidad fundamental para todo ser humano. Las características del descanso también se contextualizan en el marco de cada etapa vital. Una de las rutinas del niño es disfrutar de su siesta. Sin embargo, la rutina del niño también se actualiza a partir de las distintas fases de su crecimiento. ¿Cómo quitar la siesta a los niños? En Qué Padres reflexionamos sobre esta cuestión.
Quitar la rutina de la siesta a los niños
Conforme el niño va creciendo, sus ritmos de descanso también son diferentes porque sus necesidades también varían. Conviene puntualizar que más allá de cualquier observación general, cada niño es único y diferente. Por tanto, sus necesidades también lo son.
A veces ocurre que los padres insisten en la rutina de la siesta como idea de mantenimiento de un hábito establecido hasta ese momento. Sin embargo, llega un momento en el que el niño se resiste a la siesta. ¿Cuál es el síntoma de que el niño ya no necesita seguir con esa rutina de la siesta? Cuando a pesar de no disfrutar de ese periodo de descanso, vive la tarde con un ritmo positivo sin caer en el sueño o en los cambios bruscos de ánimo.
Siesta infantil hasta los 4 años
Una vez que el niño ha dejado de disfrutar de la siesta no significa que no sea recomendable que no continúe con la rutina de tener un momento de calma y relax. Por ejemplo, puede ser un momento en el que descansa, le cuentas un cuento o pones música suave de fondo en la habitación. La rutina de la siesta del niño también puede estar condicionada por las particularidades del ciclo escolar.
Como dato orientativo, es recomendable que el niño descanse hasta que ha cumplido los 4 años aproximadamente. Sin embargo, lo más importante no es la edad sino el niño. Obseva los signos de sueño en el niño, crea una rutina en torno a la siesta. Así como es positivo que observes los síntomas de sueño en el niño, también es recomendable que observes los signos que muestran un cambio en sus necesidades de descanso.
¿Cómo quitar la siesta a los niños? Por ejemplo, puedes reducir de manera gradual el tiempo de la siesta para evitar un cambio drástico. Así, este proceso de cambio es paulatino. Además, habla con el pediatra del niño para pedirle orientación personalizada sobre esta cuestión. Este asesoramiento es clave para tomar los pasos específicos contando con el criterio profesional.
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