Los cuentos, las historias y las leyendas suelen ser métodos para educar o aleccionar a la sociedad de cada momento. Obviamente, la moralidad y la ética actual han evolucionado a lo largo de los siglos. Es evidente por tanto que los cuentos de los hermanos Grimm no siempre fueron aptos para niños. O, al menos, no para infantes según la perspectiva actual.
Hay muchos motivos por los que un cuento puede quedar desfasado. Por ejemplo, en referencia a los citados hermanos Grimm, no se puede comparar la visión actual con la que tenían ellos hace 200 años de la sociedad de aquel momento. Evidentemente, sus historias y moralejas hoy nos pueden parecer auténticas barbaridades.
Aun así, empresas como Disney han ido actualizando las clásicas historias. Todo ello para dulcificar cuentos que, en origen, pocas personas hoy en día le contarían a sus pequeños.
Por qué los cuentos de los hermanos Grimm no siempre fueron aptos para niños
Bueno, antes de continuar, hay que aclarar que ellos no eran los autores. Esta pareja de hermanos buscaba mantener la tradición alemana, así que recuperaron y adaptaron cuentos populares, para que los niños de la época los pudieran disfrutar.
Es importante aclarar que estos cuentos eran bastante crueles. Los hermanos Grimm recopilaron las historias populares que se contaban tradicionalmente. Pero dichas historias eran muy sádicas, y algunas de ellas incluso contenían sexo explícito y violencia en grado sumo.
No es de extrañar que las hermanastras de la Cenicienta estuvieran dispuestas a amputarse un pie para que el zapato les encajara en el pie. Por no hablar de la historia de Rapunzel, encerrada en una torre.
Sin embargo, ya los Grimm, pese a no ser autores originales, dulcificaron en grado las historias que se contaban popularmente. Y luego, pasados los años, incluso los siglos, muchos de estos cuentos se han popularizado por las adaptaciones cinematográficas de Disney. No cabe duda de que la productora los ha edulcorado, tal vez en exceso, pero los ha hecho tolerables para la moral actual.
Sin embargo, el chico avispado entenderá que Hansel y Gretel no deben andar solos por el bosque. Y, por supuesto, la lección de no hablar con extraños que se extrae de Caperucita Roja es, cuando menos, un pelín bestia.
Además, pensemos cómo era la sociedad del siglo XVIII. Había bastante hambre entre el pueblo, y la miseria campaba a sus anchas. La preservación de la virtud era importante, pero se ejercía poco. Es evidente que la gente no estaba para cuentos de hadas. Así pues, todo cuanto surgía tenía reflejo en una realidad donde cada día de vida era un calvario. Sin duda, los Grimm tuvieron bastante trabajo para adaptar aquellas barbaridades, pero lo hicieron bastante bien.
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