Los delirios infantiles son ideas o creencias fijas e inalterables que no poseen un fundamento lógico. Solemos pensar que los delirios solo ocurren en adultos pero también pueden sufrir esta alteración priquiátrica los niños y que a veces pasa desapercibida por los padres.
Es importante con confundir los delirios con las historia imaginativas que puedan tener los niños, pues el delirio sobrepasa los límites creativos.
Síntomas o signos de delirios infantiles
En la mayoría de los casos, la alteración suele ser transitoria, con un período de instauración que puede durar algunas horas o varios días.
- La alteración de la conciencia y la disminución en la capacidad de orientarse, mantenr o dirigir la atención son los signos más visibles. Desde fuera podemos observar que el niño está confundido o desorientado.
- También es habitual que exista una alteración en los patrones del sueño y en la manera de percibir el entorno, así como una disminución de los recuerdos a corto plazo y que aparezcan ideas incoherentes e ilógicas.
- Los cambios emocionales bruscos y las alteraciones del comportamiento son frecuentes con los delirios. Suelen tener un comportamiento agitado, irritable y eufórico. También son comunes los estados depresivos y las reacciones agresivas ante situaciones que no lo ameritan.
- Es habitual que exista una alteración en los patrones del sueño y en la manera de percibir el entorno.
- En ocasiones, pueden tener alteraciones fisiológicas como los temblores y los movimientos musculares espasmódicos, y aparecer convulsiones y alucinaciones.
Posibles causas
No existe una única causa que explique los delirios infantiles, aunque en la mayoría de los casos se relacionan con las encefalopatías orgánicas.
También, la esquizofrenia y los trastornos tóxicos y metabólicos (por una intoxicación accidental con fármacos o sustancias químicas) son otros desencadenantes comunes.
Se ha demostrado que los traumatismos craneoencefálicos, la epilepsia y la migraña pueden desencadenar un cuadro delirante infantil.
Por último aclarar que los delirios infantiles también pueden ser el resultado de un estado febril, es decir, de la fiebre alta conocido como delirio febril. Ésta es una alteración transitoria de la conciencia que, por lo general, finaliza cuando la temperatura del pequeño disminuye, a diferencia del trastorno delirante propiamente dicho, que suele ser más estable, frecuente y no está relacionado con la temperatura corporal.
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